11.1.10

La faunita



La plaga: no como una ola que sumerge a la roca, sino como el agua que se infiltra y enmohece las habitaciones. Bichos invisibles, animales microscópicos, vibrante crepitar de ácaros: el enjambre sin abejas se esparce como puro áspero zumbido.

Cada vez indefinible, mutante acelerada, La faunita irrumpe en la lisura del silencio –La llanura de los 0’s- con la urdiembre de una escritura que rehúye tanto la Unidad de Libro como el pozo de los mudos –que no el de mutilados. Queda así empotrada en esa grieta:

¡hábitat del musgo, oh, moroso moho luminoso!
.
No se adquiere con el oro: poroso su tejido, el intercambio será de cambalache, amén de obsequio. Que no el de mutilados: poroso su tejido, sí, siempre mocho su contorno.

Al principio –pero no hay principio: Pandillas 2473 (en las peores jugueterías del país) ya fue impreso por La faunita impresionante.

Por último –pero no hay principio: algunos animales presienten terremotos y tsunamis a través de ondas magnéticas imperceptibles al humano. Momentos antes del terremoto de 1985 una manada de potrillos cruzó por el centro de Santiago corriendo despavorida.

Hoy el aire se ioniza (desenlace mocho).



Treat or trueque: ¡se acepta sólo cambalache!

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